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(16/n) Vie 26 sept 25 – 21:57

Sobre las diferentes definiciones de qué es la vida tengo varias, pero la que primero se me viene a la cabeza siempre es: "la vida es ir de fracaso en fracaso sin perder el entusiasmo". Desarrollarla me parece redundante.

(15/n) Vie 26 sept 25 – 21:52

Una cosa que descubrí con los años es que lo de mañana se hace hoy, y lo de hoy lo hiciste ayer. Este trabalenguas quiere decir que lo que haces hoy no tiene que ser perfecto, sino que es una iteración para el resultado de mañana. El presente es un proceso constructivo del futuro, y como tal requiere exploración, iteraciones y correcciones. Si hoy te equivocas en algo, ese error no se refiere a un resultado del presente sino a un resultado del futuro: en una futura situación similar vas a hacerla bien, porque ya aprendiste del error.

Es equivocado pensar que equivocarse hoy es producto de un fracaso de hoy, sino más bien es resultado de no haber aprendido ayer. Mirándolo así, siempre estamos trabajando en nuestra siguiente versión. No te equivocas hoy, te equivocaste ayer. Y esta idea me gusta porque le saca peso a los fracasos: un error hoy es sólo una iteración más del resultado de mañana.

Y este pensamiento te lo dan los años y la madurez al darte cuenta que la vida arranca de nuevo todos los días y que las situaciones se van repitiendo. Si en un trabajo te va mal, pensá que en el próximo te va a ir mejor. Es un proceso de espera a la próxima oportunidad, tener la fe necesaria de que se va a repetir y vamos a estar ahora mejor preparados.

Es como cuando cortás con tu primera novia o novio del secundario y pensás que se te acaba el mundo. Luego la vida te demuestra que tenés más oportunidades, y sobre cada una te apuntalás en la anterior. Y esto me lleva a otro punto de vista que adopté con los años: cantidad es, a veces, mejor que calidad. Pero eso lo dejo para otro post.

(14/n) Vie 26 sept 25 – 21:25

Se me hace muy jodido darle bola a esto durante la semana. Más allá de cuánto laburo tenga, me cuesta hacer el switch de desconectar y pensar en algo fuera de la rutina. Recién me recupero el viernes a la tarde. Y no está mal: entre viernes, sábado y domingo son tres días (casi la mitad de la semana, o sea casi la mitad del año).

Ahora que ya es viernes otra vez, me puse a releer los posts anteriores y encontré algo que me da vergüenza: una forma de escribir bastante pretenciosa. Por ejemplo, usar el pretérito perfecto tipo: "...y he descubierto que…". O frases como: "...atravesar una zona donde haremos el ridículo…". Tanto ese "he" como el "haremos" me generan rechazo. Me suenan a "ser humano" que cree haberse vuelto original o que tiene algo importante para decir.

En otra época los habría borrado o corregido para que quedaran bien. Hoy, con otra cabeza, entiendo que no vale la pena. Esta parte del proyecto la quiero dejar como un proceso descontrolado, donde escribo lo que se me canta. Después releo, marco lo que me parece una cagada y trato de no repetirlo. Ser pretencioso es otra de tantas cosas contra las que pelear.

(13/n) Dom 21 sept 25 – 21:59

Hacer 50slides es casi un acto de amor. No tengo urgencia porque no compito con nadie, no busco dominar ningún mercado, tener influencia ni alimentar mi ego (o quizás un poco si, jeje). Por ese motivo soy inconsistente, no cumplo metodologías ni sigo las técnicas que me llevarían a un mejor posicionamiento de algún tipo. Es lo que tengo ganas de hacer, y eso lo libra de cualquier métrica, alcance o éxito que uno quiera intentar asignarle. Tampoco tiene una forma o estructura a la cual llegar.

Producto de mi perfeccionismo me demoré muchos años en escribir en público y soltar estas ideas en internet para que alguien pueda leerlas. Nunca estuve a gusto con la versión final de lo que escribo y eso hizo que nunca saque a la luz las ideas e investigaciones que hago. Porque siempre hay algo que puede mejorarse del texto que uno escribe, siempre una idea puede explicarse mejor y siempre una palabra puede colocarse distinto.

Así como Borges decía que publicaba sus libros para dejar de corregir, yo, salvando las distancias, decidí adoptar el mismo camino. Lo perfecto es enemigo de lo bueno, y también de lo creativo. ¿De qué sirve ser creativos en nuestro propio sótano? Por eso ya no reviso tanto y dejo fluir. Escribo las primeras ideas que vienen a mi cabeza y las publico en este espacio.

Quizás con el correr del tiempo encuentre un balance entre el perfeccionismo de lo que quiero transmitir y la necesidad de publicar sin entrar en ciclos de eterna espera. Este proceso deliberado de escribir las ideas sin tanta revisión y pretensión de perfección puede ayudar a construir ideas más claras, pensamientos más organizados y dar fruto a nuevas creaciones.

(12/n) Dom 21 sept 25 – 21:09

El día que descubrí el concepto de "la laguna del cringe" mi perspectiva sobre animarse y surfear la crítica y mirada ajena cobró otro valor. La laguna del cringe nos dice que para llegar a ese lugar que anhelamos tenemos que atravesar una zona donde haremos el ridículo, los demás nos miraran raro, recibiremos críticas y la gente pensará que nos volvimos locos.

Pero al otro lado de la laguna, ya en tierra firme, las personas dejan de criticarnos y de mirarnos raro; vuelven a tratarnos como a una persona normal haciendo sus cosas. Así que ya sabés: cuando tengas en mente un lugar al que llegar, un proyecto que empezar o un cambio de look por hacer, recordá que vas a tener que atravesar la laguna del cringe.

En algún punto, ser cringe es cagarte en el sistema y crecer en tu propia dirección. ¿Y vos cuántas lagunas del cringe venís postergando atravesar?

Diagrama de la laguna del cringe mostrando cómo atravesar la zona incómoda para llegar a los resultados

(11/n) Dom 21 sept 25 – 18:23

Una de las aspiraciones de moda en las nuevas generaciones es la libertad. Ser libres, no deberle nada a nadie, no cargar con responsabilidades y disponer del tiempo y las ganas como se nos dé la gana. Ese pensamiento atraviesa la vida laboral y sentimental: el trabajo pasa a ser visto como un ladrón de nuestro tiempo y no como un espacio de pertenencia, realización o crecimiento; mientras que los vínculos se transforman en opciones que uno puede tomar o abandonar según el momento.

Qué hacer y qué dejar de hacer se analiza como un cálculo de costo y beneficio: ¿cuánto tiempo me demanda esto? ¿Qué gano a cambio? El problema con esa mirada es que la libertad no puede ser un objetivo en sí mismo, porque funciona como una moneda: está hecha para gastarse.

Cuando nos involucramos en un trabajo no estamos perdiendo libertad, la estamos gastando. Cuando nos comprometemos en una pareja, no la perdemos: la invertimos. Vivir no consiste en conservar intacta la libertad, sino en elegir en qué gastarla. El tiempo libre, la vida misma, están para ser usados, recorridos, entregados: la libertad es el capital que tenemos para invertir en lo que vale la pena.

Por supuesto, comprometerse con una pareja y empezar un emprendimiento implica perder libertades: ya no podemos levantarnos a cualquier hora, decir lo que se nos ocurra o hacer lo que queramos. Pero de eso se trata: de gastar nuestra libertad en aquello que consideramos valioso. Aspirar a "ser libres" es como aspirar simplemente a tener dinero: no tiene sentido si no sabemos en qué lo vamos a gastar.

La gracia está en aspirar a todo aquello en lo que queremos invertir nuestra libertad (ese tiempo, esa voz y esa energía que tenemos o anhelamos tener a disposición), porque al final vivir y experimentar consiste, inevitablemente, en ir perdiendo libertades en favor de lo que elegimos.

(10/n) Dom 21 sept 25 – 16:49

Este año empecé el taller de escritura que da Diego Paszkowski en su casa. La dinámica es mandar tres hojas A4 escritas en Arial 12, interlineado doble, para que él las corrija y yo luego las pase. Empezarlo fue un golpe al ego: siempre me creí bueno para pensar y contar mis ideas en un texto, pero con cada corrección descubro lo poco original que soy, la cantidad de errores que tengo y lo increíble que escriben otras personas.

Si bien me llevo aprendizajes sobre cómo escribir mejor, la experiencia de enfrentarnos a la realidad nos da un baño de humildad y un golpe que nos permite profundizar, reflexionar y avanzar. Todo mensaje que enviamos al mundo, con lo que hacemos o decimos, trae una devolución. Crecer es recibir respuestas del universo para contarnos quiénes somos: cada una ajusta nuestra identidad, señala en qué acertamos y en qué fallamos, lo que nos hace bien y lo que nos lastima, en qué somos buenos y en qué no tanto.

Transitar el mundo es la única forma de saber quienes somos, nos vuelve más humildes, más compañeros, más aprendices, menos soberbios y más empáticos. Cuanto más enviamos al universo, más respuestas vuelven y más clara se vuelve la imagen de quiénes somos.

Encerrarse en casa, imaginar eso que creemos ser, no ponerlo a prueba ni escuchar la respuesta que el universo tiene para nosotros, es el camino más seguro hacia la decadencia.

(9/n) Sáb 20 sept 25 – 12:56

Me crucé con esta entrevista al actor Matthew McConaughey donde dice que le gustaría un LLM alimentado solo de sus libros, notas y aspiraciones para así poder preguntarle y obtener respuestas basadas solo en esa información, sin ninguna influencia externa. Esto que dijo puede ser brillante o absurdo, no hay punto medio.

Lo que dijo sería brillante si él fuera consciente que eso hoy no se puede lograr. Uno podría hacer un fine-tuning (ajuste) de un modelo existente (digamos GPT) con nuestra información. Pero aun así, ese nuevo modelo de lenguaje que construyamos aún tendría todos los parámetros que resultan de haber entrenado a GPT en el corpus de internet u otras fuentes. A no ser que Matthew tenga una cantidad de datos suficiente, construir un LLM sin ninguna influencia externa sería muy difícil, o más posible pero con resultados pobres.

Lo que dijo sería un absurdo si él cree que eso aún no existe. A día de hoy, ya es imposible fine-tunear modelos de lenguaje existentes con nuestros datos para que "nos imite" o tenga nuestro conocimiento. Pero volviendo a la hipótesis anterior, ese nuevo modelo fine-tuneado con nuestros datos aún conserva en su génesis interpretaciones del mundo que surgen del corpus de datos con el que fue entrenado originalmente (sea internet o lo que la empresa privada que lo desarrolló haya decidido agregar).

Con esta declaración, Matthew puede ser considerado un genio o un ignorante, según que tan serios nos pongamos.

Matthew McConaughey en entrevista hablando sobre su idea de un LLM privado

(8/n) Sáb 20 sept 25 – 10:15

Las redes sociales ya no son un espacio para conectar con las personas que te importan sino un laberinto infinito de contenido respaldado de publicidad e intereses comerciales para influir en el comportamiento de los usuarios. Uno no entra a un espacio comunitario sino a la montaña rusa del algoritmo que lo perpetúa en la plataforma.

Aún no hay consciencia de que somos el producto y que las plataformas no están construidas para nosotros sino para que las marcas vendan más, los políticos instalen con mayor profundidad sus ideas y los famosos capitalicen mejor su influencia. ¿Por qué seguimos ahí? De alguna manera, las redes también permiten que nosotros seamos esa nueva marca, ese nuevo político o esa nueva personalidad famosa.

Siendo más optimista, las redes sociales transformaron (a nuestro favor) el flujo de información. Históricamente las personas intercambiaban información en el club de barrio o en el local de la esquina: ambos eran emisores y receptores de esa información. La aparición de los medios tradicionales, como la televisión, convirtieron a las personas en actores pasivos de este intercambio de información: solo reciben, no emiten.

Luego las redes sociales permitieron volver al estadio anterior: todos recibimos y emitimos información. En este sentido, todos los condimentos y posturas anti-redes sociales pierden peso si miramos el bosque y no nos perdemos en el árbol.

(7/n) Sáb 20 sept 25 – 10:02

Que las redes sociales, los canales de noticias y cualquier cosa que veamos en internet moldean nuestra percepción del mundo no es noticia nueva. Pero los seres humanos somos malos en cuantificar el daño que esto nos hace, el desfase que existe entre lo que nos cuentan y lo que "en realidad es". Más bien no hay tal realidad, pero al menos, hacer que esos cuentos que nos contamos no estén contaminados de ruido y basura que distorsiona los pensamientos y aspiraciones que tenemos.

Hace un tiempo me crucé con el blog de Juan Pablo Villarino, un viajero argentino con una habilidad particular para la escritura que me cautivó. Lo que me gusta de su blog es que trata al viaje como una excusa para retratar otras realidades, cuestionar ideas, percepciones y formas de vivir la vida. No hace un culto al hippismo ni tampoco a la ostentación: hacer lo que a uno más lo llene, eliminando el ruido de la información y las opiniones ajenas.

En esta era de un internet cooptado por los intereses políticos y económicos, que antes hacían pisada fuerte en los medios tradicionales, sumado al uso de algoritmos que pueden maximizar el engagement y la adicción de los usuarios producto de optimización matemática, hacerse preguntas vuelve a ubicarse como una característica de la próxima época: para qué vivo, por qué vivo, qué quiero hacer con todo esto.

En carne propia he descubierto que apagar el ruido de las opiniones ajenas, de la información sin sentido al estilo cadena de noticias y todo aquel juicio público moral, de lo que está bien y lo que está mal, trae a una vida más en sintonía con nosotros, menos ansiosa y más direccionada a la aventura.

Porque tal como menciona Juan Pablo en uno de sus posteos, lo importante es aprender a estar, a compartir el silencio y la cotidianeidad.

(6/n) Sáb 20 sept 25 – 03:31

En una entrevista que le hicieron a Einstein, "what life means to Einstein?", menciona que leer un poco está bien, pero que leer mucho diverge la mente y obstruye el sentido común. La primera vez que leí esto me hizo reflexionar, ya que en algún sentido es cierto que leer mucho puede confundirte, hacerte pensar que las cosas son mucho más complejas de lo que son, o tienen más matices de los que realmente tienen.

Pero más allá de esto, he descubierto alguna suerte de heurística respecto al hecho de leer, porque por mi propia experiencia también he notado que la lectura en exceso puede llegar a obstruir la claridad del pensamiento. Lo que pienso respecto a esto es que para leer muy poco es mejor no leer nada, más bien lo único que sirve es leer mucho y constante.

Mi razonamiento respecto a esto es que cuando uno lee muy poco, cualquier lectura nueva genera un impacto mucho más grande y te puede desorientar. Quedarse con el sentido común en este caso es mucho más eficiente. Ahora bien, cuando uno lee mucho y va construyendo un panorama de ideas bastante parejo, uno comienza a gobernar su propia vida, de acuerdo a sus propios parámetros, pero con el costo de construir un marco de vida con riesgos ocultos.

Es como leer sobre cómo criar mejor a tus hijos, involucrarse en técnicas validadas científicamente pero implementarlas mal. Esto trae enormes costos frente a haber adoptado lo estándar, sin saber tanto del tema y siguiendo lo básico que ya existe.

Pero volviendo a la lectura, noto que cuanto más uno lee, cada vez es más difícil que una nueva lectura o idea te altere todos tus valores o forma de vida. Al superar cierto umbral, uno ya construye un mar de ideas y lecturas que lo vuelven inmune a una nueva idea barata que pueda alterar el orden de tu vida.

Y por último, también depende mucho el enfoque que uno hace al momento de leer. Leer para buscar respuestas es un error: lo más probable es que uno encuentre las respuestas equivocadas. El ser humano es muy astuto para ir hacia esos recursos que ya validan lo que pensamos, y lo único que buscamos es recolectar evidencia para validar una idea o intención que ya habíamos decidido de antemano.

Como yo lo tomo, leer es un acto que va en vía paralela a nuestra vida, es un proceso deliberado, sin objetivos, de ingreso de combustible a nuestro cerebro, o de lubricante, que hace que nuestros pensamientos fluyan mejor. Ni siquiera hay que recordar lo que uno lee, esos mensajes que uno ingresa al cerebro viven en segundo plano, y sin darnos cuenta, dan forma a las decisiones y emociones que nos tocan a posteriori.

Ser selectivo en que mensajes, palabras o ideas metemos en nuestra cabeza es fundamental para que luego nuestro sistema automático, el responsable de muchas de nuestras decisiones, opere con el combustible correcto.

(5/n) Sáb 20 sept 25 – 03:04

Mi aspiración última de todo esto es escribir un libro. Sí, uno solo. Y no tengo urgencia, por eso todo esto es una manera de construir ideas y conectar conceptos para dar forma a ese libro que quizás algún día llegue, pero que si no llega, no hay lamentos tampoco.

Si hoy me preguntaran por donde arrancaría ese libro sería por el arte de la comunicación, la persuasión y sobre cómo funciona nuestro cerebro. Todo está atravesado por esto, por la manera en la que nos comunicamos con los demás y cómo tomamos decisiones según la forma en la que nuestro cerebro procesa la información que recibe.

La comunicación y la persuasión es, a fin de cuentas, hablarle al sistema automático de las personas, a su sistema límbico, ese que no razona y opera sin ningún tipo de análisis previo, es instintivo y gobierna un gran porcentaje de las decisiones que tomamos en nuestro día a día.

El mundo es complejo pero a fin de cuentas somos una interconexión de personas: le compramos a personas, le vendemos a personas, nos reunimos con personas. Si uno traza la línea, al final del camino se va a encontrar con el proceso decisorio de la otra persona, su cerebro, y es el que define el resultado de lo que nosotros pretendemos: sea venderle algo, invitarlo a un evento, querer que sea nuestra pareja, que nos escuche o que haga algo que nosotros queremos que haga.

Quienes cuentan las mejores historias dominan el mundo, porque son las historias que nos cuentan la mejor manera de dominar nuestro sistema límbico, el que domina los hilos de nuestras decisiones y comportamiento. Al final del día no existe ninguna realidad más allá de aquella que nos contamos a nosotros mismos.

(4/n) Sáb 20 sept 25 – 01:37

Es común escuchar la frase "delegar a la IA" cuando hablamos de usar ChatGPT o algún otro modelo de lenguaje que anda por ahí dando vueltas para resolver alguna tarea. Pero este paradigma de delegar a la IA está por cambiar, la espuma de la innovación científico tecnológica pasará y los mecanismos del sistema en el que vivimos harán su magia.

Planificar un viaje, estudiar un tema o consultar sobre donde comprar un electrodoméstico son cosas que sentimos comunes hoy día de delegar a la IA. Pero no estamos delegando nada a la IA más que nuestros deseos y aspiraciones a una empresa, es decir, a otro ser humano. La IA como tal no existe: existe ChatGPT, Claude, Gemini y tantos otros modelos de lenguaje desarrollados por empresas privadas, y como tales, guardan intereses comerciales.

Cuando interactuamos con un modelo de lenguaje estamos siendo, una vez más, persuadidos por empresas que buscan optimizar sus métricas de negocio e influir nuestro comportamiento hacia donde más les conviene. Los modelos de lenguaje no devuelven resultados producto de un entrenamiento agnóstico, de información neutral y objetiva, sino más bien está influido y direccionado según los intereses particulares de quien lo construya.

ChatGPT no te propone el mejor viaje sino el que la empresa que lo construye, OpenAI, decide que sea el mejor viaje para vos. ¿Por qué ChatGPT te recomendaría viajar a Perú si hay intereses comerciales, o incluso políticos, de que vayas a otro destino? ¿Seremos tan inocentes de pensar que esta manipulación no existe?

También se suele escuchar que preguntarle cosas a ChatGPT no es la forma correcta de usarlo, ya que su función no es dar respuestas, sino que devuelve un "promedio de internet". Esto también es una narrativa parcialmente errada: no es un promedio de internet, es lo que la empresa privada que lo construye quiere que leas como respuesta.

Y esto no es necesariamente algo malo, lejos estoy de poner en discusión el sistema capitalista o el funcionamiento de la economía, sino más bien es un planteo filosófico, de cómo decide cada quien el rumbo de su propia vida. Tené en cuenta que no estás delegando nada a la IA, estás delegando a otro ser humano que busca influir y condicionar tu comportamiento hacia su propio interés.

Y cuando leas que la IA predijo los destinos turísticos más lindos, sabe que, no hay tal IA, sino un modelo de lenguaje construido e influenciado por empresas privadas que buscan rendir sus propios intereses. En esta línea, estas influencias a veces suelen favorecernos, solo debemos ser conscientes de ello para ser soberanos de nuestra propia vida, de nuestro propio proceso de toma de decisiones.

(3/n) Vie 19 sept 25 – 22:56

El nombre 50slides surge de una práctica que supe usar mucho tiempo para conceptualizar mis ideas. La realidad es que siempre pensé que contar una idea o conceptualizar era algo que hacíamos todos y que todos disfrutamos hacer. Luego descubrí que no, que no a todos nos entusiasma lo mismo, sino que a cada uno nos gustan y mueven cosas distintas.

Fue con el tiempo que descubrí que era algo que me salía natural y que me gustaba, pero que no necesariamente otras personas también disfrutan hacer. Y fue en eso que encontré, de alguna manera, mi identidad, lo que sentí que me representaba, lo que mi cuerpo y estructura cerebral estaban destinados a hacer. En algún punto, construimos nuestra identidad por vía negativa, cuando tenemos algo que el otro no, y de ahí partimos.

50slides representa la materialización de una idea en un concepto. Lo que busco con este nombre es siempre recordar no caer en lagunas mentales de ideas banales que rumian y generan hilos de conversaciones eternas sin sentido. Sino más bien buscar una conceptualización, una versión material de una idea que podamos tocar, discutir y posicionar, que genere movimiento y cambio.

(2/n) Vie 19 sept 25 – 22:36

La forma más fácil de empezar a hablar mejor es empezar a escribir. Uno mejora sus habilidades para contar las cosas que piensa cuando antes las escribió. Esto no significa que uno para hablar bien tiene que haber escrito antes, pero escribir permite organizar y estructurar tus pensamientos, para que luego, cuando la situación lo amerite, la fricción para hilar tus ideas sea mucho más baja y tengas todos los recursos y palabras a disposición, porque cuando uno cuenta algo, más bien usa la memoria para recurrir a lo que ya sabe, y si esa memoria, cual biblioteca, está bien ordenada, más rápido y más fácil es encontrar lo que necesitamos.

Distinto es si uno nunca escribió antes: tiene que armar su cuento en vivo, avanzando y retrocediendo, buscando las palabras adecuadas y pensando mientras habla. Por eso leer y escribir es un superpoder: nos prepara, estructura nuestras ideas antes de que nos aparezca la necesidad de hacerlo, y nos ahorra confusiones.

El poder de la imaginación abraza el mundo entero, ya lo dijo Einstein, nos permite viajar al infinito, mientras que el conocimiento tiene un techo, se limita a todo lo que sabemos y entendemos. Leer y escribir es, de alguna manera, la forma que tenemos de bajar a tierra y materializar ese poder de imaginación.

(1/n) Vie 19 sept 25 – 21:39

Para aquellos que gozan del pensamiento abstracto, de construir ideas y conceptualizaciones, las redes sociales son una gran materialización de una red interconectada de objetos: personas, lugares, ideas, momentos, relaciones, emociones y más.

Cada objeto guarda su propia información pero lo más importante es la información que guarda su interconexión: por qué dos objetos (personas, lugares, etc.) se vinculan o se desvinculan.

Otra pregunta es por qué nos pasamos tanto tiempo en ellas. En principio, podemos atribuirlo al algoritmo y a toda la ingeniería social y artillería contra nuestro sistema cognitivo para mantenernos en un loop eterno del que no podemos salir.

Pero por otro lado, ¿tiene algo que ver que justamente se trate de una red social? Es decir, los seres humanos siempre buscamos lugares de pertenencia e ir hacia donde están las personas. De alguna manera, existimos si y sólo si existe algún otro que nos atribuye identidad, nos reconoce como "alguien".

La existencia de un otro, y su reconocimiento, nos permite existir. Sin los otros no somos nada (en algún punto).

Así como hace muchos años la gente concurría a los clubes de barrio porque allí estaba la gente, ¿estamos concurriendo a las redes sociales porque allí está la gente también? ¿Están ocupando las redes sociales el rol de ese club de barrio?

Nuestra identidad está desdoblada: tenemos una en el mundo físico y otra en el mundo virtual. ¿Qué cosas cambian?

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